La imagen del tractorista Enrique Soria, que el 27 de julio de 2013 quemó su propio tractor, persigue a los tucumanos, marcados por un destino de fuego autogestionado. Soria encendió las cañas de su campo de la localidad de Yerba Buena (cerca de Monteros), junto a la ruta 325, y no pudo controlar el viento, que le incendió el vehículo.
Nadie habló con él para saber por qué lo hizo, pero probablemente la respuesta, 12 años después de esa emergencia, sea la misma que expresaron los 200 cañeros chicos que hace unas semanas cortaron la ruta frente al ingenio Ñuñorco (cerca del campo del infortunado Soria). No les queda más remedio que quemar porque no tienen plata; hay sobreproducción, el precio del azúcar ha caído y los ingenios, que solían enviarles a estos pequeños productores maquinarias para ayudarlos a cosechar, ahora no tienen interés en hacerlo: hay demasiada azúcar. Así que ahí están los quemadores, sacando la cara y diciendo que ellos son y que no quieren que los persigan. No son sólo esos 200 que protestaron. Son unos 6.500 pequeños productores cañeros.
¿Pescando en la pecera?
No sólo es la primera vez que dan la cara y reconocen que están quemando, después de años y años de que se negara que fueran los responsables del fuego que atormenta la provincia en cada invierno, sino que fueron apoyados por la Sociedad Rural y por la Unión Industrial, que reiteran, por cierto, que la responsabilidad en las quemas se diluye en este tiempo de sequía intensa y fuertes vientos. Así lo dijeron el presidente de la Rural, José Frías Silva, en la Exposur (“están pescando en la pecera”, expresó, con respecto a la persecución penal a los incendiarios) y el presidente de la Unión Industrial, Jorge Rocchia Ferro, que aseveró que los estudios de la Estación Experimental “indican” que los productores no causan los fuegos...
Por día, 54 incendios
Pero la confesión de los pequeños productores es reveladora y ayuda a entender que agosto haya cerrado con casi 1.600 focos de fuego por quema de vegetación, principalmente cañaverales, restos de cosecha y pastizales, como señaló el biólogo Juan A. González. Hubo un promedio de 54 incendios por día, con picos que variaron entre 81 y 141 focos entre el 22 y el 29 del mes, añadió. Y citó que, ”con cerca del 70 % de la cosecha ya realizada, hasta fines de agosto se habían registrado aproximadamente 14.500 hectáreas quemadas (LA GACETA, 30 agosto de 2025). De esa superficie, algo más del 50 % corresponde de áreas minifundistas, quienes precisamente se manifestaron reclamando que se les permita continuar con la práctica. El otro 50 %, en cambio, permanece en silencio, lo cual despierta interrogantes: ¿qué se quemó allí, caña en pie o rastrojos? ¿Por qué no se expresaron?”. La pregunta alude al hecho de que no es sólo caña lo que se quema, sino también rastrojos, los cuales abarcan también a productores más grandes, no solamente los cañeros chicos.
Los perseguidores
La otra novedad de este año ha sido el empecinamiento de la Justicia en perseguir y detener a los quemadores. Se han hecho procedimientos y aprehendido a más de una veintena de incendiarios y se les ha secuestrado maquinarias incluso, en los operativos de Bomberos, Policía Rural y Ministerio Público Fiscal. “La quema de caña y de pastizales se investiga como cualquier otro delito. Es una conducta prevista en el Código Penal y es nuestra obligación investigarla con seriedad”, afirmó la fiscala Mariana Rivadeneira. Y el gobernador Osvaldo Jaldo fue coincidente: “Hoy una quema de caña, una quema de pastizal, ese humo que llega a la ruta, disminuye la visibilidad y puede morir una familia completa en un accidente”, advirtió. Añadió que “es la primera vez que, en la historia de Tucumán, se detienen personas por quemar caña en diferentes lugares de la provincia”. Y concluyó: “Todos somos iguales ante la ley y vamos a ser inflexibles en la quema de caña. El que lo haga va a ser responsable. Y el que lo haga, le va a caer el peso de la ley. Y si la justicia lo sanciona, no hay duda de que va a estar donde debe estar: detenido”,.
¿Hijos del rigor?
¿Es una idea de que la advertencia de que van a ser detenidos y enviados al calabozo va a surtir efecto? Así se hizo el año pasado con los padres de los estudiantes que mandaban mensajes con amenazas de bombas a los colegios o con os que se citaban a pelear en las calles. Bastó con que el Gobernador anunciara las duras sanciones en conferencias de prensa para que las pesadas diversiones estudiantiles se terminaran.
Como duro de domar
Pero acá no se trata de estudiantes, sino de productores que arrastran hábitos de producción que utilizan desde siempre. Nadie los pudo cambiar. No pudieron las persecuciones que hizo en 2016 el entonces fiscal V, Washington Navarro Dávila, que llevó a juicio a incendiarios, hizo que se secuestraran los libros de comisarías para ver quiénes denunciaban incendios de sus propios campos para justificar que se enviara caña quemada a los ingenios, y puso policías a la entrada de los ingenios para ver de dónde provenía la caña quemada. Nada quedó de esas iniciativas.
Ahora estamos en tiempo de intensa quema. Los productores, plantados en nivel de supervivencia. El Gobierno y la Justicia, instalados en el punto de sanción. Es la guerra del fuego, que ha de durar lo que duren la sequía y la zafra, acaso hasta mediados de octubre. Luego todo se aplacará hasta el próximo año.